Las calderas de gas suponen comodidad y relax, pues no sólo acudimos al agua caliente por razones higiénicas del mismo modo que no siempre bebemos por sed.
El placer de vivir bien en nuestro hogar es algo que nadie está dispuesto a sacrificar. Todo tipo de usuario desea crear de su casa, un hogar, y las calderas de gas suponen uno de esos pequeños grandes placeres de siempre.
Empezando por el principio, ¿qué es una caldera de gas?
Una caldera de gas es básicamente un aparato donde se quema un tipo de combustible, gas (en este caso), electricidad, o lo que sea, que hace que se caliente un caloportador (agua), que luego se distribuye por los emisores mediante las tuberías pertinentes. Y así tenemos la deseada agua caliente.
Entendiendo este funcionamiento que, aunque es un aparato conocido, no todo el mundo comprende bien su sencillo mecanismo, podemos plantearnos qué caldera queremos y para qué la queremos.
La pregunta es ¿vale cualquier instalador?
Acudir a empresas con certificado de instalación de calderas de gas y con años de servicio no sólo ofrecen tranquilidad al cliente, sino que además gracias a su prestigio, es fácil que dispongan de una buena gama de productos. Un catálogo donde elegir en definitiva, adaptándose la caldera al usuario y no al revés, por así decirlo.
Marcas de reconocido renombre y valía como Junkers, Ferroli, Wolf, Vaillant o Roca, entre otras muchas, pueden ser adquiridas en dichas empresas con la garantía de una instalación rápida y segura, y además con un servicio posventa y de servicio técnico oficial. Esto es muy importante, y el precio debe buscarse en su conjunto, no solo en el producto en sí.
Potencia, modelos y eficiencia
Estas tres virtudes deben ser algo obligado en una caldera de gas moderna, preparada para la vida actual y que quiere acercarse a todo tipo de potencial usuario.
Es importante entender cuál es la potencia que se necesita y, a partir de ahí, elegir el modelo. Por ejemplo, las empresas especializadas en calderas de gas recomiendan una generación de potencia según la vivienda y según la zona. Se recomienda una potencia común, de 24 a 26 Kw, que serían las perfectas para una superficie a calentar de hasta 80 metros cuadrados. Pero estos expertos también puntualizan que si nuestra vivienda es de 120 metros cuadrados o de mayores dimensiones, con dos o tres cuartos de baño, la potencia necesaria aumentaría.
Si tenemos dudas podemos recurrir a un simple cálculo aproximado, 100 vatios por metro cuadrado. Fácil, ¿verdad?
Sin embargo, debemos elegir bien el tipo de caldera para no desperdiciar potencia y dinero. Aunque existen muchos diseños, esencialmente se reducen a dos tipos: calderas para uso exclusivo de calefacción, y calderas para calefacción y agua caliente sanitaria (ACS), popularmente conocidas como calderas mixtas.
Las calderas de gas normales están bien para aquellos lugares que únicamente precisan de agua caliente para un momento determinado. Mientras, no hay agua caliente, por lo que no se gasta energía. Serían adecuadas para una vivienda normal donde es complicado utilizar varias duchas, grifos, etcétera, al mismo tiempo. Las calderas de ACS simplemente calientan agua antes de su utilización sanitaria, eso es lo que significa ACS, y principalmente su misión es cubrir un aumento de la demanda del agua en toda la vivienda.
Por último, debemos tener en cuenta la eficiencia energética, algo de obligado cumplimiento según las diferentes disposiciones legales. Así, la calificación que se obtenga, desde la A hasta G, depende directamente del rendimiento. Esto supone ahorro en dos sentidos: en combustible y en lo económico.
Pero dentro de esta obligación hay marcas que aprovechan mejor la potencia que otras. Por ejemplo, si entre las características de la caldera estamos atentos y vemos que tiene la característica “condensación”, eso significa que producirá agua caliente a baja temperatura, o lo que es lo mismo, menos consumo de CO2 y menos factura a pagar en el recibo.
Las calderas son un equipamiento imprescindible para cualquier hogar. Hay una gran variedad de modelos, se adaptan a todo tipo de viviendas, que era su gran hándicap hasta hace fechas recientes, y por si fuera poco pueden ser financiadas.